miércoles, mayo 03, 2006

In the Mood for Dinner

Los doce chinos de la tabla redonda fuman y gritan y se hacen fotos con cámaras japonesas y comen con palillos. ¿O es con las manos? Justo a su derecha otra mesa del mismo tamaño con doce chinas. Comen y comen y dan de comer a sus hijos, uno de ellos de poco más de seis meses. ¿Dónde estamos?
En un restaurante chino.
En Santa María de la Cabeza, el 'Buen Gusto'.

El mejor de Madrid.
Y no sólo porque la chinos vayan a celebrar sus juergas en sus mesas o te reciba en la entrada una foto del rey a tamaño natural con el dueño, sino porque la lubina agridulce es inmejorable. Porque uno empieza a comer y no puede parar de pedir hasta que se encuentra con un whisky en la mano. Porque cuando Chiang Kai-shek no está, te atienden tres camareras que sonríen, y no por condescendencia.

―¿Se puede fumar aquí?―pregunta EEL, el diplomático, al camarero Kai-shek, el cabreado.
Kai-shek gira la cabeza a la derecha, deslumbra por un instante a los comensales con su perfil de cera, observa a doce chinos que tienen una chimenea en el tupé y responde:
―Chí.
―Pero, ¿los ceniceros? ―continúa, en la embajada, EEL.
―Ño. Ño hay ―afirma con sorna su interlocutor, que se ríe con los ojos y se marcha con su indolencia a otra parte.

La escena es nueva. EEL y A., Emiliuken y A. Hans entre ellos. Luego se une Luisja. Repetida pero nueva, sí. Hans tiene la sensación de que ha pasado mucho tiempo, que hay más camino andado que por andar. Aunque no sea así. Los mira. Sus trabajos formales. Sus novias estables. Sus barrigas perpetuas. Los mira y los quiere. El paso del tiempo ha dejado su residuo. Cariño. Y no sabe cómo decírselo. Por un momento se cree protagonista de La espuma de los días y le empiezan a crecer nenúfares en su interior. Hay música. Sus amigos hablan (gesticulan, ríen, mueven los labios) pero no puede escuchar sus palabras, sólo la música, unos violonchelos tan humanos que sus arpegios parecen creados por cuerdas vocales. Las imágenes empiezan a ralentizarse, los gestos se vuelven cada vez más lentos. El director decide que lo mejor para esa secuencia sea elevar la cámara hasta un plano casi cenital. Más música. Fundido en negro.

miércoles, abril 19, 2006

Citas y deudas pendientes

Auditorio de la Consejería de Cultura y Deportes de la Comunidad de Madrid (C/ Alcalá 31).
Jueves, 20 de abril de 2006.
19.30 horas.
Acceso libre hasta completar el aforo...
António Lobo Antunes.

viernes, marzo 31, 2006

Campos nevados de fresas

Panadero a tus zapatos. No voy a ser menos. Yo también quiero sembrar cátedra en esto de la lata gastronomía:

Un recipiente de cristal con fresas peladas y troceadas. (Cómo han llegado a este estado no ha trascendido)

Se coge un azucarero y se vacía la mitad sobre las fresas. El tamaño del azucarero es irrelevante. Campo nevado de fresas (verso de un poeta que no alcanzo a recordar).

Se introduce el recipiente en la nevera. Pasado n horas se coge con las dos manos ―ahora, milagro, una piscina rosada de fresas― y se bebe el manjar de dioses resultante hasta que las fresas se amontonen sobre las mejillas. A continuación, lengüetazos a mansalva. Si se tiene un loro gris africano en el hombro, él también dará lengüetazos hasta terminar con la cabeza como un chicle. Esta operación no tiene muy buena prensa y suele venir acompañada por peyorativos juicios de valor: “Mira que sois cerdos”.

¿Por qué hay tantos guitarras de jazz con apellido de origen italiano? ¿Por qué tocará tan bien el contrabajo Dave Holland? Quizá ―divago― porque compartiera escenario con Miles Davies en el Londres de los 70. Ese genio. Ese genio que no hay quien lo escuche. Al menos, desde el Kind of Blue. Me recuerda a Borges. Parece que nació para ser citado. Davies, además, era un negro de los que le molestaba que le llamaran negro. El jueves me echó del aula de informática de la Juan Carlos I un negro que era su trasunto bibliotecario. Me sentí como Rosa Parks antes de sublevarse en el autobús. También me sentí racista. Prefería que me echara un negro a un blanco. Cuando le ofrecí mi carné de la complutense, a ver si colaba, él insistió en que me mudara. Pensé: “Bien hecho, Miles, no te dejes engatusar”. [Digresión analéptica. Esto de la cocina cansa]

Ahora ya estamos en disposición de introducir las fresas en un tubo cilíndrico de plástico, regar con dos vasos de leche y espolvorear con la mitad del azucarero sobrante. La leche se puede cambiar por yogur natural, que proporciona un efecto dulzón. Más edulcorante que dulzón, por eso es preferible la leche.

Se busca la Bapitaurus, que suele estar en la cocina. 5 ó 27 minutos después, se bate. Ññññññññíiiiiiiiiiíiiiiiiiiiiiiii. No mucho, que se distingan los tropezones. Ññññññññíiiiiiiiiiíiiiiiiiiiiiiii:

Un batido de fresas.

¡El delirio, me cago en la puta!

viernes, marzo 24, 2006

Relojes que (no) son de arena


Éste no es un reloj cualquiera. Es un reloj que hoy a las doce de la noche marcó las doce de la noche. Nada menos. La hora en el que se inauguraba “el alto el fuego permanente” anunciado por Eta. El principio del comienzo de la primera parte. Han pasado 18 horas y media. Minuto y resultado. Ecos y reacciones. Los protagonistas, sus declaraciones no sus hechos. La opinión pública (Joseba y Josemari paseando por Abandoibarra etorbidea: manifiestan su alegría pero también su prudencia). Trascendencia nacional, internacional y en el estado español. Ramoneda, escribe un artículo. Irlanda en fotos. Cómo hemos llegado a este desenlace. El contexto. Por descontado, hoy este blog está escrito desde el mismo centro de Bilbao, por si ustedes no se habían dado cuenta de que a mi espalda tengo el Guggenheim.

Confesiones de un país comedor de opio

Buk vive en un país tan ilustrado, con una conciencia democrática tan elevada, con un sentimiento de pertenencia al Welfare State tan arraigado en su fuero interno, España, que allí el opio del pueblo no es la religión, ni el fútbol, ni las tapas. No. Allí el opio del pueblo es la política. En sus diferentes manifestaciones. Desde la más tribal, rudimentaria y primitiva, propia de sociedades decimonónicas: el nacionalismo (búsquese en Google ‘reformas estatutarias+España’), hasta la más civilizada, pulida y moderna, aunque traumática, propia del estadio de civilización más avanzado: el terrorismo (búsquese ‘Eta+Alto el fuego+España’).

El colocón es tan grande que no lo resistiría ni Thomas De Quincey. Prueben a meterse en un ascensor. Hasta el contertulio más ordinario, con el contrato más precario o en su defecto beca, con una hipoteca cincuentenaria y unos hijos que se disponen a recibir una educación para simios (eso sí, en varias lenguas; eso sí, ninguna será el inglés), mejor dicho, sin hijos, que hay que mantenerlos, pero con la posibilidad de veranear en unas costas donde ya no quedan ni bacterias unicelulares, hasta ese señor, sí, no le hablará del tiempo. Le expondrá las divergencias entre un estado autonómico y uno federal o, por ejemplo, los coadyuvantes en un proceso de tensiones centrífugas.

martes, marzo 21, 2006

Vuelve y lo cuenta

Playa de Sopelana (Bizkaia). Marzo de 2006. / Hans G.
En las afueras de Bilbao.
No es una hipérbole. San Mamés queda a 20 minutos. Las placas de titanio del Guggenheim a 25. Unos pintxos y unos zuritos por la calle Somera del casco viejo a menos de media hora. El verano, a 3 meses, toda una eternidad para los que adoran un café calentito sin camiseta, un paseo descalzo, una novela llena de arena que no se deja coger porque las tapas de hule arden.
Es la playa de Sopelana en primavera. Cubierta por un generoso anticiclón. Pija e infestada de surferos de Getxo y Plentzia para los indígenas. Inaccesible para los que llegan de Madrid. Parece ubicada en el mismo lugar donde el aire da la vuelta. Y está al lado de todo. Habrá que empezar a preguntar a esos esforzados madrileños que insisten, tozudos (y contumaces), en la defensa de las bondades de una ciudad cada vez más áspera, más cara, más arrogante, más llena de mierda, por qué. A Buk sólo la artrosis de su rodilla y el mal olor que desprende el nacionalismo le nublan la contundencia de su respuesta.

jueves, marzo 16, 2006

'Un amor embarazoso'

Si no cree que lo que está escribiendo es una de las actividades más importantes que se desarrollan en la civilización contemporánea, le conviene cambiarse a otra que crea que lo sea… que se haga aspirante a asistente social, consejero de inversiones para la Iglesia Unitaria, o inspector de supresión de ruidos…

Tom Wolfe



«Lo que voy a relatar a continuación es algo más que una noche de pasión. Se trata del fruto de una velada de amor en la que se engendraría todo lo que yo sería en el futuro, tanto física como espiritualmente.

Había sido el día más feliz de mi vida: hicimos el amor toda la noche. Nos acariciamos hasta el último centímetro de nuestro cuerpo. Como ella era más bajita yo terminé enseguida. Los besos, prolongaciones de nuestros sentimientos, eran penetrantes y entusiastas. Entusiasmo que se esfumó esa misma noche, cuando me confesó que se había quedado embarazada. De mí. Al principio, recibí la noticia con frialdad, quizá con frívola frialdad, pero poco a poco comenzó a subirme la temperatura. Qué calor. ¿Quieres apagar el fuego de la chimenea? Me había confesado horas antes que era virgen. Que yo la desfloraría.

El primer mes de gestación fue un calvario. Era como tener la cabeza en el fondo de una piscina, aunque con la pequeña seguridad de que no me iba a ocurrir nada ya que los latidos de su corazón mitigaban toda mi inquietud. Y, ante todo, calmaban mi soledad. Sabía que »


Me he dado de bruces con esta pieza que escribí cuando tenía unos 17 años. Apareció en un disquete perdido. Está inconclusa, no sé los motivos, porque recuerdo que la terminé. La trama es surrealista. Por esa época me gustaba este movimiento literario. Fue cuando leí por primera vez La espuma de los días, de Boris Vian. También estaba crecidito ya mi idilio infinito con El Niño Gusano. Lástima que no incluya el final. Explica muchas cosas del relato, que en principio parece un poco infantil y de epíteto socorrido. No consigo recordar todos los detalles. Sólo el grueso del argumento: el narrador en primera persona testimonial es al mismo tiempo amante ―el padre― y feto de la amada-madre. Vamos, que el que narra es el que engendra y el engendrado. La idea (me imagino) era transgredir el punto de vista narrativo del realismo convencional. Ahora, volved a leerlo.

(Luego, si queréis, escupid sobre vuestro monitor)

lunes, marzo 13, 2006

Naturaleza Muerta



Érase una vez un loro a un mineral pegado.

O como un whisky añejo de 28 años, la mejor compañía, un concierto de pausas con jazz intercalado y una tarta de chocolate no dejan resaca pero se acusan.

jueves, marzo 09, 2006

Pie de Foto N.4

Esta pena, esta desolación, esta dolencia del alma me gustan. Consiguen que me sienta un romántico. Dulce pájaro de juventud. Ahora mismo estoy acodado sobre la mesa, la palma de la mano en el mentón, la mirada sufriente, como Jovellanos. Aunque me tragaría una bala ante un espejo como Larra.

miércoles, marzo 01, 2006

Interpretación antropológica

«Nunca se comprende sino desde fuera. Entre el observador y lo observado tiene que haber cierta distancia; de ahí que jamás podremos ser etnógrafos de nuestra propia tribu.»
Jean-Marie Domenach


Parece que Hans es hincha del Madrid y aficionado al fútbol. Por ello, con el fin de hallar una explicación objetiva y neutral a la dimisión de Florentino Pérez (en febrero), ha rastreado fuentes de información diferentes a las ordinarias en lo que concierne al fútbol. Busca disponer de perspectiva. No sólo emotiva, también en el enfoque disciplinario.

Primero, la antropología social.
Vicente Verdú. Mitos, ritos y símbolos (Alianza. Madrid, 1980). Libro descatalogado que Hans encontró tras peinar decenas o miles de anaqueles en librerías de Madrid. Habla Verdú sobre la figura del presidente:

«El equipo de fútbol es ante el presidente una plantilla o también una familia, pero en la configuración operativa es un harén y los presidentes se homologan como rajás simbólicos. Es esta tácita naturaleza de soberanos la que, puesta de manifiesto, explica sus interacciones suntuarias y la complicidad que entre ellos circula. También el modo de sensualidad al relacionarse y sus comunicaciones privadas.»

«En la literatura deportiva menudean los apuntes de homosexualismo entre entrenador y jugadores y de jugadores entre sí, pero no es este el motivo del discurso: jugadores y entrenador conviven en el mismo gineceo y cuando van a jugar a cualquier parte viajan juntos como un cuerpo único de colaboración intrínseca. Sin dejar de ser esta unidad cuando el presidente está allí, el gineceo se encuentra además emplazado para dar satisfacción al dueño que se sienta en el palco y lo contempla. Ante el entrenador el equipo no necesita hacer virtuosismos, lo importante es ganar. Frente al presidente es necesario, además, exhibirse. El entrenador prepara a los jugadores para que contenten a la Afición y al Presidente que es el gran falo (esfinge de la Afición), erigido sobre la escena.»

«El presidente viste siempre el traje definitivo del macho y cuando entra en los vestuarios desencadena un sentimiento entre el miedo y el amor talámicos.»

Interpretación antropológica social:
-El harén ya no satisface al rajá.
-El gran falo, Florentino Pérez, ya no se erige en el palco merengue. Sus jugadores ―homosexuales o no, ese no es el motivo del discurso― ya no se exhiben ante él. Ni siquiera celebran los goles juntos.
-Los jugadores no exudan amor talámico cuando el gran falo entra en los vestuarios.

martes, febrero 28, 2006

Ex / Pretendiente

“Había jugadores confundidos y yo no he sabido desconfundirles”.

Florentino Pérez, ex presidente del Real Madrid y postulante a engrosar las filas del dedaísmo. Buk y Ernest sopesarán en un inminente cónclave nocturno y cervecesco, patrocinado por Dedekind, matemático del infinito, sus virtudes y el talento del neologismo acuñado.
El resultado de la recalificación, perdón, de la calificación, se publicará en próximos escritos tras agotar los pasos vinculantes.

viernes, febrero 24, 2006

En el barrio londinense de Chelsea

El niño es un crack.

Había visto la escena en algún informativo británico del canal satélite. El niño, un genio. Incluso me alegré ese día de que el Chelsea ganara al Liverpool 2-0. Con apenas 4 ó 5 años, nada menos que en el túnel de acceso a la hierba de Stamford Bridge, escoltando a Terry, el capitán del Chelsea, acompañado de los mejores jugadores de la Premier League, ambiente de respeto y tensión, olor a linimento, olor a fútbol. El niño, 4 ó 5 años, pelo azul, hincha de los blues, que pisa terreno sagrado, tiene el descaro de vacilar con toda la frialdad del mundo al tótem del equipo rival. Se come a Gerrard.

El vídeo está editado. Repite la misma secuencia varias veces. La imagen aparece ligeramente desenfocada pero merece la pena.

miércoles, febrero 22, 2006

10.487

El País se remoza.

La sección de Opinión parece que gana una página. Cobra peso. Recibe a El Roto pero continúa con Máximo y Forges, que son como la Volvo Ocean Race de vela, no sugieren nada a nadie pero siempre están. Un nuevo apartado, el ‘Mirador’, dirá a la cara en forma de suelto lo que el periódico acostumbra a decir con careta en forma de noticia. Aumenta el número de artículos ―¿estará a la altura el fondo de armario?― y de cartas al director ―¿seguirá siendo la mejor sección de El País?―.

En Deportes, fotografías a color. Novedad inaugurada con un tal señor Henry ―creo que es el famoso Negro-de-mierda, sobrenombre que acuñara un sabio, el de Hortaleza―. En la instantánea, el futbolista se lleva el dedo índice a los labios carnudos. Ignoramos los motivos.

El cuadernillo central de Madrid se descuaderna y pasa a ser una sección más. No ha triunfado ese olor a BOE. Sorprende que una comunidad autónoma sin diario regional, con una actividad cultural enmohecida pero más importante que la sumada por Cataluña, Galicia o País Vasco ―las tres naciones culturales reconocidas por la Constitución―, con una capital, en definitiva, de casi cuatro millones de habitantes, no haya dado más de sí en El País que un esclerótico periodismo de declaraciones. Con tres pilares: la M-30, los atascos de la M-30 y Trinidad Jiménez.
Como resultado, la sección dedicada a las putas (y putos, que diría Ibarretxe) queda más a mano. Ya no permanece guarecida en el suplemento madrileño y se hojea con más facilidad.

Por último, Cultura. Ya no es ‘La Cultura’. A partir del número 10.487 todo el caudal informativo que generen las artes (con sede o no en Santillana y aledaños) aparecerá rubricado sin el paraguas del artículo. La.
No es una cuestión peregrina, no. Era necesario quitarse la pompa. Su concupiscencia. Sin alharacas, pero fuera, largo. Y liquidar ese contrato de familiaridad. Como cantara Krahe en La Mandrágora, el artículo determinado femenino tiene el ‘chic’ de lo francés, pero se demandan lectores, no franceses.
Imagínense que la sección de putas en lugar de ‘Relax’ se denominara ‘Putas’. Bien, pues ahora imagínense: ‘Las Putas’.

Escrito sin uñas

Ay.
Ay, cómo me gustaría ser accionista de Endesa.

miércoles, febrero 15, 2006

Pie de Foto N.3

San Valentín de 2006.

―"Dímelo a los ojos. Dime que lo nuestro no puede ser. Dime, si eres capaz, que el Real Madrid no va a ganar la Copa de Europa en mayo".

El señor Emiliuken en un momento de pasión de gavilanes, en una taberna de Chamberí, tras una hazaña que no fue. Joan, al fondo. Nunca un 4-0 del Madrid le había producido semejante felicidad. Mientras esperaba en la puerta del baño, fumaba, bailaba y movía la mano alzada mitad provocador, mitad mariposón. Rubén insistía, contumaz, en lo pernicioso de las connotaciones religiosas del hiyab. A Luisja ya se lo había llevado Polanco a la cama. Gesta ―ésta sí― que ni siquiera una mujer ha logrado en meses. Y el señor Antoñito, callado, circunspecto, con una caña en la mano y otra en la mirada, pensaba con aires de quijote que seguro que sí, que puede ser, por qué no, fabulemos, la clave pasa por las botas de Cassano.

domingo, febrero 12, 2006

El tema del tema, que dijera el gran Quim Monzó

A. Se trata de una afrenta contra el derecho a la libertad de expresión. Éste ha quedado gravemente cercenado por el conflicto de las caricaturas del Jyllands-Posten:

1. El diario danés se ha disculpado en múltiples idiomas por las viñetas.

2. El primer ministro danés y la Alianza de Civilizaciones (en forma de artículo en el Herald Tribune con las firmas de Tayip Erdogan y Zapatero) se han disculpado por las viñetas.

3. El País, diario de referencia español, y otros muchos medios de comunicación no han publicado las viñetas. No han cumplido con su obligación de informar a sus lectores, que han tenido que modificar sus cauces habituales de información para visualizar la razón primigenia del conflicto.

4. El dueño de France Soir despidió a Jacques Lefranc, director del diario, tras publicar las caricaturas. Corrió la misma suerte que el editor del semanario jordano Shihan, el musulmán Yihad Momani, quien pese a tener un nombre propio sospechoso se atrevió a reproducir tres de las caricaturas blasfemas para demostrar a sus compatriotas que el mundo seguía girando.

5. Hasta los dibujantes de El Jueves se “han cagao”, como ellos mismos escribían en al portada de su último número, y no han caracterizado a Mahoma.

6. Los que han alertado sobre el riesgo que acecha a la libertad de expresión ni siquiera han planteado un debate sobre la necesidad de reformar el código penal, que establece como constitutivo de delito la ofensa a los sentimientos religiosos.

B. Aunque quizá no se trate de una afrenta al derecho a la libertad de expresión:

1. Las viñetas se han publicado.

2. Como ha explicado José Saramago, no se trata de autocensura, sino de sentido común. De la responsabilidad de obrar conforme dicta nuestra escala de valores, nuestra decencia. Somos libres de decidir si se publican o no unas viñetas que dan de mamar a los fundamentalismos. Tanto a la extrema derecha europea y a la Administración Bush, como a los integristas islámicos que se revelan quemando embajadas y profiriendo amenazas de muerte. A todos aquellos que avalan la teoría del choque de civilizaciones.

3. Señores como Arcadi Espada rechazan la analogía con una hipotética caricatura del Holocausto porque, afirman, no es lo mismo comparar el asesinato de millones de personas con la burla del profeta. Sin embargo, la sinécdoque existe, por mucho que no puedan aprehenderla. Mahoma enturbantado con una bomba recuerda al lector que atentados sangrientos como los de Nueva York, Londres y Madrid se hicieron en nombre de Alá con bomba o aviones-bomba. Y señala a todos los musulmanes como terroristas.

4. Le Monde y El País, en virtud del sentido común, han decidido no publicar unos dibujos, los del Jyllands-Posten, que pueden ser percibidos como un agravio por muchos creyentes musulmanes. Pero no han omitido caricaturizar a Mahoma.

5. Las viñetas pueden ser condenados por blasfemia por el juez. Basta con leer los códigos penales europeos. O bucear en las sentencias, como hizo el catedrático de derecho constitucional Pérez Royo el sábado en El País (un ejemplo: el Reino Unido ha prohibido la difusión de un vídeo sobre el éxtasis de Santa Teresa por considerarlo blasfemo y proteger de esta manera “el derecho de los ciudadanos a no ser ofendidos en sus sentimientos religiosos”). El politólogo francés Olivier Roy recordó el miércoles en el mismo diario que la Iglesia Católica de Francia consiguió el año pasado que se retirara un anuncio que utilizaba la Santa Cena. Porque unas mujeres en ropa interior sustituían a los apóstoles.

6. ¿Por qué no debatimos, con Günter Grass, sobre el grado de libertad de expresión que permiten los poderes económicos que monopolizan la opinión pública?

C. Hay casos de esquizofrenia, como el de la columnista estrella de El País, Soledad Gallego-Díaz, quien, antes de reivindicar el derecho innegociable de la libertad de expresión, se pregunta el viernes en su artículo ‘Dinamarca no invadió Alemania’:

“¿De verdad que la publicación de 12 caricaturas de Mahoma es un periódico danés es un hecho gravísimo? Pero, ¡si se trata sólo de caricaturas!... ¿A qué viene tanto sufrimiento, tanta ira? Repitámoslo 100 veces a ver si nos damos cuenta nosotros mismos de qué estamos hablando: de caricaturas.”

Entonces, ¿por qué no las publicó su periódico, el mismo que le ofrece la tribuna para opinar? ¿Por qué no informó gráficamente a sus lectores? ¿Por qué Gallego-Díaz no exige a su diario en su columna la publicación íntegra de las viñetas “para que puedan ser objeto de examen, de crítica o de risa”?


A+B+C. El dilema es el siguiente: ¿Por qué se defiende o se denigra la publicación de las caricaturas en nombre de la libertad de expresión?

Pongamos que hablo de

Estadio Vicente Calderón, ex M-30 y ex río Manzanares contemplados desde el Puente de Toledo, lazo histórico que liga Carabanchel con el Madrid castizo de la Arganzuela. Diciembre de 2005. / Hans G.


¡Venga, Sabina, cabroncete, componle ahora una canción a tu Madrid!



P.S.: Con afecto (como una vez me dedicara el Buitre; y otra Martín Vázquez, y otra Michel) para el Virrey. Desde la oposición a todo lo que se rubrique con las sales del nacionalismo.

martes, febrero 07, 2006

Charlotte



La primera vez que miré a Charlotte a los ojos no pude sostenerle la mirada. Bajé la cabeza, endurecí la mandíbula y me aferré a mi manuscrito. No soy un pusilánime, tampoco un héroe. Hasta ese momento sólo la había visto en fotografías, bella, cautivadora, inmarcesible a sus 57 años, la mujer del editor más importante en todo el Imperio Británico. Cuando le ofrecí mis galeradas apenas dijo:
―Tráemelo traducido al inglés y lo verás publicado en tres meses con una tirada de veinte mil ejemplares.
Ni siquiera las hojeó. Cogió su taza de té rojo, dio un sorbo y encendió un gauloise. Y me ordenó que me fuera. Antes había escrito con una estilográfica de plata en mi libro el número de su habitación ―estábamos en la cafetería principal del Hilton― y una hora.
Cuando salí a la mañana siguiente del hotel supe que mi vida había cambiado. Uno no se puede acostar con la esposa de Thomas Crowne sin esperar las consecuencias. Uno no puede caminar con el olor de su perfume en el cuello con la conciencia tranquila. Sabe, con toda seguridad, que se ha enamorado.
El libro no se vendió mal. Ni bien, ni mal. Tuvo una edición posterior en español y mantuvo las ventas discretas de un escritor mediocre. No me importó. Supongo que mi única ambición consistía, por aquel entonces, en hacer visitas fugaces y clandestinas a las librerías de viejo de las ciudades más nostálgicas de la Commonwealth para rescatar mis libros de unos anaqueles de lance. Junto a Charlotte. Para estar juntos.
Pero la inercia me trajo aquí. A un hotel de Madras. A olvidarme de mis libros mediocres y aspirar a dirigir la editorial Crowne en la sombra. A verla bella, cautivadora, inmarcesible a sus 60 años. A bajar la cabeza y endurecer la mandíbula cada vez que me enfrento a sus ojos grises cortados por unos párpados como cuchillos. A no esperar más que su silencio, sus volutas de gauloise, sus sorbos de té rojo cuando le revele que no debe subir a su habitación por unas horas. Que todo se ha resuelto como fue planeado. Que ya lo he hecho.

miércoles, febrero 01, 2006

'Tres preguntas de enjundia'

[Carta dirigida al señor Emiliuken, que, últimamente, parece haber devenido hombre sin atributos. Una satisfacción para mí. Y él lo sabe. Porque Musil no deja de ser más que un ladrillo en el camino.
A la señorita Tamara debo recordarle que la última vez que le pedí un espejito me respondió que no tenía, que ya los había guardado todos.]

Tres preguntas de enjundia: ¿La insatisfacción como una sensación inherente a todo ser humano o como un virus nocivo propio de nuestra generación? ¿y por qué digo nocivo? ¿y si la insatisfacción fuese algo positivo?”


Nuestra generación. Los pensadores neoliberales prefieren hablar de individuos y no de generaciones. Por que tú lo vales, vienen a decir. En aspectos personales, coincido con esa postura. Me refiero a presupuestos estéticos, actitudes, compromisos, formas de afrontar el libre albedrío y de tomar las decisiones de enjundia. Obvio. No hay dos transeúntes iguales. Sin embargo, en cuestiones como la formación y el ejercicio profesional la cosa se complica. Un escritor puede ser peor que otro y triunfar. O al revés. O todo lo contrario. Sin embargo, su suerte está condicionada por factores estructurales que le condicionan. Dos generaciones separadas por años se encontrarán con diferentes demandas de mercado, circunstancias económicas, número de lectores reales e irreales, estrategias y voluntades de estilo... Premisas que un liberal se pasa por la chepa. Lo que importa es el individuo. Si vale, triunfará, sostiene con una risa de oreja a oreja.
Ahora bien, hay aspectos personales que no se pueden circuncidar de los profesionales. En los que la pertenencia de un individuo a una generación (como a un país, un continente, una cultura) queda manifiesta. Hace poco menos de 30 años una mujer común en España no podía separarse de su marido. Entre otros impedimentos sociales, carecía de independencia económica. Todavía sucede. Eso ha cambiado en nuestra generación. Nuestros abuelos se casaban para siempre. En 2005 fui a dos bodas de amigos. Lo hice con la intención de hacer una porra notariada durante la función: Año de la separación y motivos (el objeto de registrar los desencadenantes de la ruptura no era el amarillismo sino encontrar recursos para el desempate en las apuestas). El buen vino siempre me inhabilitó a tiempo. El escritor francés Frédéric Beigbeder y la madre de Buk coinciden en una cosa: el amor (entendido como enamoramiento, pasión, humedad) dura 3 años.
¿Insatisfacción? En tanto que conformismo o autocomplacencia siempre será nociva. Fíjese en su contrario: satisfacción. Pronunciado con sinceridad, resulta sugerente (téngase en cuenta que la felicidad, como dijeron los griegos, como asevera Punset, es una emoción. Y como todas las emociones no se pueden sostener en su plenitud todo el tiempo; se alternan los picos, los valles y las depresiones). O imagine que su amada o su lectora o su madre le revelan: “Estoy insatisfecha”.
No obstante, si bien esa sensación siempre será nociva ―respondo con esto a sus dos últimas preguntas, las optimistas, las que rezuman pura vida―, su valía aparece en el momento que confeccione el resorte para escapar hacia la vida que preferiríamos vivir.

Pero esa es ya otra vida.

jueves, enero 26, 2006

Rostro de mármol

Llega tarde. Camina apresurada entre los jardines de la Plaza de Oriente. Deja a su espalda a un mendigo que duerme encajonado en un matorral, a las estatuas silentes de los reyes visigodos, al escenario estático que parece el Palacio Real. Mira el reloj ―las 6.45 de la mañana― y apremia el paso. Le duelen los pechos, sabe que le va a venir la menstruación. Amanece cerrado y hace mucho frío. El viento gélido está a punto de congelarle las pestañas, que brillan, blancas, a juego con sus ojos acuosos.
«Llego tarde, 15 minutos tarde.» De pronto, endurece la mirada y aminora el paso. La luz halógena de una farola acentúa las ojeras cárdenas en su rostro de mármol: «¿Hace cuánto tiempo? ¿Hace cuánto de esta vejez? Me siento mayor, apagada. Tengo 28 años y me siento vieja. ¿Por qué? ¿Y en qué momento preciso dejé de sentirme joven? El intervalo entre un sentimiento y otro es pequeño, pero ¿cuándo? El día que cumplí 27, recuerdo, qué gran fiesta en La Cíngara, ese día me veía toda una veinteañera. Joven, sin taras. ¿Y hace tres meses, cuando cumplí 28? No, ya era otra, me sentía vieja. Quizá este trabajo, que me está consumiendo poco a poco. Las facturas, el alquiler del apartamento. ¿Paolo? ¿Nuestro amor; nuestra indolente y bonita rutina de perezas?»
Se para. Abre su bolso, busca un cigarrillo y empieza a fumar. El rumor sordo que fabrica la ciudad cuando se está despertando puede con el silencio. Ensimismada, se sienta en un banco forrado con una leve pátina de hielo.
«El día que cumplí 27 años ―piensa con la mirada perdida―, tenía el mismo trabajo, las mismas facturas y la misma rutina de perezas. ¿Cuándo, entonces?»

domingo, enero 22, 2006

'Tratado para la desesperanza' (3)

― “Respeto su opinión, pero no la comparto”

Divisa epigramática de aquellos que insisten en la imposición de lo políticamente correcto en el debate. Destemplan la convicción de que el desacuerdo es la arcilla para la construcción de razones. Sin esa toma de conciencia, el discurso se estanca.
El respeto, para las personas. Las opiniones merecen un tiro en la nuca o un beso en los labios; un desgarro uterino o una caricia cómplice, la divergencia o la adhesión.


(Por desilusiones: que hay un antes y un después con Makelele en el Madrid no es una opinión, es un hecho: basta con fijar la atención en el número de título logrados por los blancos tras su marcha. Dicho lo cual, este aserto no deja de ser una simplificación. Pero Makelele venía acompañado de más argumentos, cosa que un sujeto con hipoteca, ya cenado, quiso omitir. Por aquello de que la vida es un titular. Una caja de texto de 50 caracteres.)



[El Tratado para la desesperanza nace a modo de remedo contemporáneo del ilustre Diccionario de lugares comunes de Gustave Flaubert, obra redactada por el escritor francés a mediados del siglo XIX con objeto de recopilar las memeces que corrían de boca en boca entre sus paisanos. Su propósito persigue rescatar de la comodidad frases hechas, expresiones gastadas, tópicos, eufemismos, tabúes, interpretaciones malintencionadas y/o políticamente correctas… lugares comunes. Rescate, primero, para, a continuación, lograr que por lo menos se pongan coloraos tanto los emisores como los propios significantes per se.]

jueves, enero 19, 2006

Pie de Foto N.2

Hombre desperezándose junto a ‘Habitación de Hotel’, 1931, de Edward Hopper, en el Museo Thyssen-Abramovich, 2006 (Detalle) / Hans G.


Cuando despertó, ella todavía estaba allí.

martes, enero 17, 2006

Un instante, toda una vida (Escrito sin dolor)

Escribe el filósofo francés Gilles Deleuze: “Vivimos en un mundo más bien desagradable en el que no solamente las gentes, sino los poderes establecidos, tienen interés en comunicarnos afectos tristes. La tristeza, los afectos tristes son todos aquellos que disminuyen nuestra potencia para actuar y los poderes establecidos tienen necesidad de nuestras tristezas para hacernos esclavos. El tirano, el sacerdote, los secuestradores de almas, tienen necesidad de persuadirnos de que la vida es dura y pesada”.

El fútbol no es evasión, como arguyen sus detractores. Un individuo no puede orillar sus calamidades contemplando un partido de fútbol. No puede olvidar que está en el paro, que tiene cáncer de próstata o que le han roto el corazón. No puede abstraerse, sobre todo, de que en su casa le espera una mujer hirsuta. Su mujer. El fútbol es cotidianidad, no ahuyenta la realidad porque nadie puede escapar del cerco de la Realidad. No existe posibilidad de fuga.

[Pregúntenle a un seguidor del Atleti si el fútbol es una huida. Pregúntenle, a continuación, por qué no eligió un destino mejor; menos real, menos cotidiano]

El fútbol quizá no sea siquiera un arte. Las herramientas simbólicas con las que trabaja son precarias. Sin embargo, el fútbol es una artesanía capaz de tejer tal placer estético que exige una educación muy elevada de la sensibilidad. Tanto, que sus detractores jamás podrán deleitarse. No están educados.

Sus enemigos censuran su mercantilización:
“Los jugadores son unos mercenarios”. ¿Acaso Velázquez o Goya no lo fueron?
“Zidane dejó la Juve por dinero”. ¿Deja de tener valor un Tiziano cuando lo prostituyen en una casa de subastas?
“Los equipos ganan y se construyen a golpe de talonario”. ¿El Thyssen-Bornemisza surgió a golpe de dinero de Monopoly? Incluso en fútbol el dinero no es garantía de éxito. Estimen las últimas temporadas de los clubes más ricos del mundo, el Madrid y el Manchester United. Las pasadas Copas de Europa, con el Oporto y el Liverpool ―dos modestos en el capitulo económico― como triunfadores. La última Eurocopa, donde se impuso una selección con jugadores de fichas modestas, Grecia.

A los detractores del fútbol, como a los tiranos, a los sacerdotes y a los secuestradores de almas, siempre les esperará en casa una mujer hirsuta. Y, además, tienen la necesidad de persuadirnos de que la vida es dura y pesada. Guti, ayer, él solito, nos persuadió de todo lo contrario. Al menos el instante que dura un sublime taconazo.

jueves, enero 12, 2006

Intertextualidad

“Hoy me siento bien, un Balzac; estoy terminando esta línea”


‘Fecundidad’, en Movimiento perpetuo.
Augusto Monterroso.

lunes, enero 09, 2006

Pie de Foto N.1

Dos gitanos despachan un puesto de castañas asadas en la céntrica plaza de Ópera. Una de esas casetas que fabrica el olor de las calles de Madrid en invierno. Dentro, un pequeño transistor retransmite la jornada liguera en directo. Buk, que había estado aislado en el Thyssen, pregunta:
―Perdone ¿sabe cómo va el Madrid?
―Dos ceros.
La expresión de sus ojos negros invitaba al optimismo.
―¿Gana?
―No, no. Dos ceros.
Claro, piensa Buk, el Madrid jugaba fuera de casa.
―¿Pierde?
―No. Dos ceros. Un cero y otro cero ―responde el gitano mientras dibuja con los dedos de sus manos dos círculos perfectos.
Buk se sonríe, ladea la cabeza y empieza a bajar las escaleras del Metro con la certeza de que hay respuestas que son una verdadera manifestación de vanguardia.