miércoles, noviembre 30, 2005

Con toda la razón

Yo lo que soy es fusiforme. Tengo que aprender a comportarme como un ángulo recto. Ya lo dijo Astrud.
Así que.
Más derecho que un huso, salgo con la plana menor de la redacción de La Razón. Me despierto al día siguiente sin novedades. Cefalea, malestar federal y los ojos tan arqueados como de costumbre tras una cita nocturna.
Juanes, ese radical de la camisa negra, suena varias veces durante la noche. Madonna y Ansón y sus proyectos de papel también. Tiemblan. Las rodillas en el escenario, digo. La novedad, aunque se trate de una versión de un tema ya vetusto, mueve a la gente. Y vende, al menos entre los grupis de toda la vida.

I don't know what to do
Time goes by so slowly
Time goes by so slowly
I don't know what to do…”

El whisky entra sin problemas, como antes había entrado la cerveza en Malasaña. El señor A., un tipo entrañable que ilumina con su verbo una columna cada quince días, me cuenta que su artículo debe narrar algo bueno del Madrid.
―Joder.
―...
Vuelvo a recordar lo que sentí tras ver Mystic River. Ignoro los motivos.
Área de deportes. Pregunto por el periodista argentino Diego Torres, sombra del Madrid en las páginas de El País.
―Un inventor ―responde. Lo hace un buen periodista. Desaprovechado, por lo visto. El mismo, sin embargo, que afirmaba la semana pasada que Capello es el técnico del futuro, que lo pide el Bernabéu, que es la primera opción, el favorito del público...
―Un inventor ―insiste, con una amable sonrisa de lóbulo a lóbulo.
Salgo con la redacción de La Razón y disfruto toda la noche con el clan de las correctoras. Ignoro los motivos.

domingo, noviembre 27, 2005

Sostiene el paso del tiempo


El río Tajo vestido con lo imprescindible a su paso por Lisboa. Mirador de Alfama. Junio de 2005. / Hans G.


‘Sostiene Pereira’, de Antonio Tabucchi. Revisito la novela. Vuelvo a ver la película. Quizá de las pocas cosas que no hayan cambiado después de 6 años. Me sigue encandilando ese viejo periodista del Lisboa amante de las omelettes a las finas hierbas y de la limonada rebosante de azúcar. Ese idealista que permitió que se impusiera un nuevo yo hegemónico en su confederación de almas sobre la nostalgia de una vida pasada; que lo arriesgó todo por unos valores cuya vigencia sigue intacta. Antes se enfrentaban con la (auto)censura. Hoy lo hacen con el desentendimiento moral.

Casi todo ha cambiado ya. Conozco Lisboa, la ciudad más linda de toda la Península Ibérica. Y el libro de Anagrama se me descoyunta entre las manos. El señor Herralde debería cuidar más el pegamento que emplea para encuadernar sus libros. Así las arrugas no se marcarían tanto alrededor de mis ojos.

martes, noviembre 22, 2005

Periodismo


La mar de divertidos los periódicos estos días, sí señor. Qué descaro. Tamaño revisionismo. Y qué originalidad. Es agarrar uno de estos suplementos conmemorativos de la muerte de Franco / nacimiento de Juan Carlos I y a uno se le pasa la efeméride que ni en el AV.

Pero no todo el campo es carne de reciclaje. Hace 28 años no, al menos. Un hito. Una pequeña gran cima del periodismo. Del oficio. Una de esas gemas que sólo se encuentran tras rascar mucho (qué suerte que a Buk le pique). Y un reto.

Me cuentan que algún que otro periodista se pasea por este soliloquio. Le reto. Le invito a que intente superar el siguiente pie de foto. A que logre alcanzar esa sutilidad, esa capacidad crítica sin salirse de los límites de la pura información; a que elabore un mensaje informativo tan riguroso y felizmente interpretativo sin los recursos del pobre, sin metáforas, imágenes, tropos, epítetos, calificativos, juicios de hechos, juicios de valor y demás tiroenlanuquismos.

El País. Madrid. 11 de junio de 1977. La instantánea llega a la mesa de Julián García Candau, redactor jefe, que escribe:

“Después de cuarenta años, doña Carmen Polo de Franco también ha podido ejercer su derecho al voto”

domingo, noviembre 20, 2005

La chica de Ipanema está prometida

La Naranja Mecánica del 74 tan sólo ganó a Brasil 0-2. Y el campo era neutral, alemán.

Alemán. No paro de escuchar ‘Radioactivity’, de Kraftwerk.
[“La radioactividad está en el aire para ti y para mí.
Envía ondas al receptor”]

El Javier Marías cartesiano se impuso al platónico.
[“Tal como vinieron jugando ambos equipos, me daré con un canto en los dientes si el resultado es menos humillante que un 0-3 rotundo. Eso lo pienso ahora, en frío. Pero sé que en cuanto el balón eche a rodar, mis estúpidas esperanzas me harán clamar por un 3-0”]

Y sin embargo, quizá sean buenos tiempos para la lírica.
[“Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Escribir, por ejemplo: La noche está estrellada, y tiritan, merengues, los astros, a lo lejos”]

Día nublado en Praga. Ha dejado de nevar.

jueves, noviembre 17, 2005

Y que cumplas muchos más


83. Don José Saramago.

Por su talento. Su decencia ideológica. Su compromiso sin tacha. Por su lucidez. Por un discurso sin papeles en el atril. Porque los partidos de izquierda se paren, bajen de sus coches, entren en el Blatouch praguense y se tomen un café para escucharlo de veras.

Porque Buk prefiere celebrar a los vivos que velar a los muertos. Lo que no impide que deambulen por su cabeza oscuras imágenes que vienen acompañadas de una certidumbre. Se le partirán los ojos de tanto llorar por dentro cuando don José Saramago no esté.

martes, noviembre 15, 2005

Un bufón catalán en la corte del rey Juan Carlos

Por cierto, Albert Boadella siempre será Albert Boadella. Tanto cuando dirige en Cataluña como cuando lo hace en Madrid contratado por Esperanza Aguirre (‘En un lugar de Manhattan’). Quiero decir que nunca será Alberto Boadella.
Qué tontería, verdad.
Sí.
‘Hoy por hoy’, la cadena Ser, la de todos, dice Carlos cuando antes decía Carles.

lunes, noviembre 14, 2005

Un bufón en la corte del rey Juan Carlos

Albert Boadella. Ese bufón. Payaso. Ese genio en el que refugiarse cuando Darío Fo nos coge tan lejos. Tuvo que lidiar con Franco y su nacionalcatolicismo español en sus tiempos mozos. Ya de mayor, con el nacionalismo periférico. Lógico. Reverso y anverso de una misma ideología.

El nacionalcatolicismo español ha quedado identificado con la derecha. Lógico. El disparate surge cuando los que acuden a manifestarse contra una reforma educativa lo hagan portando banderas españolas. El periférico, con los valores progresistas (CiU y PNV, agrupaciones católicas, rancias y de derechas, los reivindican cuales encantadores de serpientes). Un disparate en sí mismo. No se puede ser nacionalista y de izquierdas. O se es manzana o se es pera.

Albert Boadella, el bufón, ha centrado su encono en la máquina centrifugadora catalana. Cuestión de roce. En la vasca, algo menos. Cuestión de “es lo mismo y donde digo plan digo estatut”. Y algo menos aún, en la gallega. Supongo que motivado por la lógica que dicta que ser nacionalista, de izquierdas y pobre no es un disparate. Es una bufonada que no cabe ni en la imaginación de Darío Fo. Cuestión de tontos o de eslovacos. Lo segundo no abunda en Galicia. Lo primero, creo que tampoco. Al menos, no se puede afirmar con rotundidad que la tontería es un rasgo identitario de la comunidad gallega como lo puedan ser la lengua, la historia o el feísmo arquitectónico. Por el momento. Quizá algún día un avispado nacionalista gallego llegue a esa conclusión. Y la reivindique. Y se manifieste. Y acuda a masivas concentraciones con banderas gallegas y pancartas donde se pueda leer: ‘Los gallegos somos tontos’ o, igual que el sábado en Madrid se repartían pegatinas que lucían un ‘La Cope somos todos’: ‘La Tontería somos todos’.

Entonces tendrán que llamar a Albert Boadella, el bufón, para que les rescate de la bufonada; para que libre a los que se sienten gallegos, españoles o las dos cosas a la vez de aquellos que pretenden utilizar ese semblante de su identidad colectiva para sacar rédito en las urnas.

miércoles, noviembre 09, 2005

La chica de Ipanema se pasea ahora entre Tulipanes

1974 fue un año trágico. Murió Duke Ellington, quizá el director de orquesta de jazz más importante del siglo XX, y por tanto de la historia del jazz. Y Alemania perpetró su segundo crimen de lesa humanidad. El primero fue la crianza del nazismo. El segundo, la derrota de la Naranja Mecánica de Johann Cruyff en la final del Campeonato Mundial de Fútbol.

Antes, en las semifinales, se habían enfrentado Brasil y Holanda. Los brasileños eran una manada de negros recién secuestrada de las favelas, pura fibra, todo músculo, heredera directa de las escuelas de culturismo que por entonces despuntaban en Europa del Este. Le acompañaba un jugador de dudosa técnica y belleza bárbara, con aspecto de surfero, Marinho Chagas, el Beckham de la época, al que el Barça había intentado fichar sin éxito. La directiva culé le buscó una mujer catalana para desposarlo y, sobre todo, para nacionalizarlo, dada las restricciones impuestas en las alineaciones de la época. Él encontró muchas sin necesidad de ayuda pero prefirió volver a las playas de Copacabana y a los tangas cariocas antes que casarse con una catalana.

Desde los primeros instantes del partido, se observaba un Brasil agreste, violento, físico, desconfiado de sus posibilidades ante el talento que tenía enfrente. Bucle trágico de la canarinha que había deslumbrado al mundo en el 70.

Enfrente estaba el talento, sí. Holanda. Quizá la mayor revolución padecida por el fútbol en el siglo XX, y por tanto en la historia del fútbol. A esas alturas, las maneras ultradefensivas ya se habían impuesto, aunque la técnica del fuera de juego todavía estaba poco madurada y a los jueces de línea les costaba tanto entender esta regla como a las mujeres de barrio. Daba igual, Holanda jugaba con tan sólo tres defensas adelantados hasta la línea de cal del medio campo, todos atacaban y todos defendían, el arquero lucía el número 8 y Cruyff jugaba de medio centro, de extremo izquierda y de delantero matador al mismo tiempo. Bajaba a recibir el balón a su área para confeccionar el ataque, él solito o con Neeskens, en una zona tan despoblada de defensas que a un aficionado contemporáneo le pareciera que los campos eran por aquel entonces más grandes; o bien percutía por la banda izquierda una y otra vez, para desánimo del referee, que una y otra vez tenía que castigar los recursos de los rivales con cartulinas amarillas; o bien se erigía como destino final de sus compañeros. Qué coreografía. El fútbol total. La Naranja Mecánica. “La desorganización organizada”, tituló un periodista brasileño.

Detrás del talento de sus futbolistas, se escondía un andamiaje táctico hilvanado por Rinus Michels tan eficaz y sencillo como atractivo para la vista. El fútbol en el alambre. Por sus riesgos. Cada contra de los brasileños suponía una ocasión de gol. Pero esta manera de jugar dejaba como único recurso a la otrora todopoderosa Brasil, junto a las patadas, el contragolpe. El balón y el partido eran holandeses.

Han pasado 31 años desde entonces, pero parece un capítulo de la protohistoria. Apenas quedan los rescoldos. Algunos de los cuales, no obstante, empiezan a prender de nuevo. El 19 de noviembre se enfrentan en el estadio Santiago Bernabéu el Real Madrid brasileño de Vanderlei Luxemburgo y el F.C. Barcelona holandés de Frank Rijkaard.

lunes, noviembre 07, 2005

Humo en la platea

Veo la obra ‘84 Charing cross road’. Frank Doel, el protagonista, un librero de viejo tan entrañable que estuve a punto de colarme entre bastidores y llevármelo a casa, afirma en una de sus cartas: “Tenemos que elegir con mucho a cuidado a los amigos que regalan libros”.
Como un templo.

La protagonista, Helene Hanff, se ha fumado más de una docena de cigarrillos durante la representación. En realidad, lo ha hecho la actriz, Carme Elias. El teatro superaba los 100 m².

¿Fomenta la obra de teatro el consumo de esa mortífera sustancia tóxica que es el tabaco? ¿Debería censurarse ese extremo?
¿La protagonista, esto es, la actriz, debería haber fumado en una zona habilitada a tal efecto para los fumadores en un compartimento anejo e incomunicado? De este modo, ¿se podría haber optado por la retransmisión en directo de la obra mediante una señal de televisión que permitiera a los espectadores permanecer en sus butacas sin ser intoxicados?
Puesto que se trata de un centro de trabajo, ¿podría el protagonista, esto es, el actor, Josep Minguell, denunciar a su compañera de trabajo?
He contemplado la obra en la segunda fila. Las rabiosas volutas de humo exhaladas por la Hanff llegaban sin compromiso. En la primera, disfrutaba de la función una mujer embarazada [No se trata de ningún chiste]. Tanto, que parecía que llevaba un cíclope en sus entrañas. Tanto, que se ha marchado antes del final, supongo que rompiendo aguas y océanos de camino. ¿Podría esta espectadora denunciar por lo penal a la actriz por fumar en su doble presencia? ¿Debería quizá haber advertido a los responsables del teatro de su estado de buena esperanza para la inmediata asunción de medidas punitivas?

Esperemos a enero de 2006. A ver qué sucede.

sábado, noviembre 05, 2005

Bohemia para la incredulidad



Marzo de 1914, Egon Schiele en su estudio de Český Krumlov (Bohemia del sur). / Hans G.


Acaba de escuchar una fantasía. Está despierto, se acaba de despertar, pero cree que sueña. En la radio, en Radio 3, escucha una alquimia musical representada por dos de sus genios favoritos. Valencia, el pasado 28 de octubre, un almacén portuario y un escenario compartido por Sonic Youth y Enrique Morente. Un martinete de diez minutos. Se rebaña la alegría de los ojos con los puños cerrados. Se enjuga las lágrimas. Tiene que compartir su felicidad con Egon, así que se levanta, se lava la cara y se marcha casi desnudo al refugio de su amigo expresionista en Český Krumlov, ese pueblecito bohemio que sólo los que lo han visitado en otoño pueden afirmar que es lo más parecido a un cuento de los hermanos Grimm. Llega en un instante. Cuando golpea la puerta con sus nudillos apenas pasan unos minutos de la medianoche de un frío día de marzo de 1914. En unos meses, las campanas de toda Bohemia doblarán por el inicio de la primera Guerra Mundial.
―No puede ser ―le responde Schiele a Buk―. Disculpa mi incredulidad. Pero… no puede ser.
―A mi me sucedió lo mismo, Egon ―insiste Buk―. Créeme es así, Enrique Morente, el padre de mi Estrella, y Sonic Youth juntos. Frente a frente. La voz ajada y las guitarras sincopadas en una misma estancia.
―¿De verdad, Buk, de verdad?
―Sí. ¡Claro!, compañero.
―Entonces, únicamente me queda hacer una cosa…

Y se puso a bailar. Desde entonces, hace ya varias decenas de lustros, Buk guarda una instantánea imborrable de lo que aconteció esa desapacible noche de 1914 en la casa bohemia de su amigo Egon Schiele en Český Krumlov. Nunca olvidará el momento justo en el que presionó el clavija de su cámara fotográfica.

miércoles, noviembre 02, 2005

El Abc en la Facultad de Filosofía y Letras (Desprecio) /2


El stand de Abc visto desde la primera planta de la Facultad de Filosofía y Letras de la UAM. Una estudiante habla por teléfono. Sabe que si lo hiciera cara a cara, personalmente, puesto que viste unos pantalones rojos conjuntados con un jersey rosa, supondría el fin. /Hans G.

2

Me sacudo el sentimentalismo. ¿Por qué los estudiantes de Filosofía y Letras de la UAM no cogen el Abc? Reportaje. Busco clavos ardiendo, referentes para no claudicar. Me aferro a uno de esos grandes periodistas que jamás hubieran llegado a lo que son si no hubiesen despreciado en su momento sus sentimientos. Nieves Herrero, por ejemplo. Me quemo con el clavo. Empiezo la recaudación de información. Me acerco a Secretaría:
―Espera un segundo. ¿Por qué lo quieres saber? ―Me pregunta un señor muy amable armada con una sola ceja.
―Trabajo de campo para una asignatura de paleontología. Estudio Antropología, aunque mi especialidad es la etnología y, en concreto, los conflictos regionales.
―¡Ah!, bueno. A ver, sí, un segundo. En total, la facultad tiene, a ver, en total, sí: 3.326 alumnos matriculados.

Una italiana se sacude los calores procedentes de ese Pandemonio que es la Administración blandiendo un plan de estudios de la universidad. Se lo pido. Lo ojeo mientras lo hojeo. Sumo, en total, 14 licenciaturas: Antropología Social y Cultural, Estudios de Asia Oriental, Música, Lingüística, Historia del Arte, Historia, Geografía, Filosofía, Traducción e Interpretación y las Filologías Inglesa, Hispánica, Francesa, Clásica y Árabe.
―¿Por qué no recoges un periódico de ese stand? ―Le pregunto cuando le devuelvo su programa.
―Yo no leo diarios. Dicen todos lo mismo. Aquí, en Italia y en Turquía.
Tiene una voz tan profunda que podría doblar al James Bond español. Sus ojos me gustan. A la segunda pregunta me contesta:
― De la Lazio, por supuesto.
Si es del Lazio resulta doblemente descorazonador. Su periódico en España es, sin duda, el Abc. No se trata precisamente de la escuadra de los comunistas italianos. En sus graderíos no se enseñorean las banderas arco iris del movimiento gay. Di Canio, el capitán, acostumbra a saludar a sus tiffosi con el brazo alzado, a la romana, no como los calamares sino como los fascistas del Duce. Fue el equipo privilegiado por Mussolini.

Por tanto, los 3.326 alumnos que deambulan por los pasillos donde están colocados los tenderetes del Abc para estudiar hasta 14 licenciaturas diferentes apenas pueden con unas pocas decenas de periódicos. Hasta tal punto que a las 12:37 del mediodía, rebasada ya con creces la hora punta de la jornada, todavía permanecen intactos buena parte de ellos.

Me planteo comenzar una ronda de preguntas para intentar pulsar las razones del ninguneo. No lo hago. No me apetece. Hace tiempo que detesto mantener conversaciones sesudas o banales con ese sector de la población que se mueve entre los 17 y los 22 años. Al menos hasta que no crezcan. Además, para que la muestra fuera seria, tendría que consultar aproximadamente a unas mil personas. O eso postulaba Elvis Costello en sus clases de investigación social ante una audiencia de 2 ó 15 personas. Porque a mi me ha dado clase Elvis Costello.
Me queda la imaginación. La interpretación. La digresión, que tanto gusta en el periodismo contemporáneo.

(Continuará)