domingo, octubre 30, 2005

El Abc en la Facultad de Filosofía y Letras (Desprecio) /1

El stand de Abc visto desde la segunda planta de la Facultad de Filosofía y Letras de la UAM. /Hans G.

Una hora de espera para nada. Esa grandísima hija de mil padres que es la administradora de la Facultad de Filosofía y Letras de la UAM está en el médico. Al menos eso me excusan, dado el grosor de la vena que despunta en mi frente y baja como una anaconda partiéndome la cara hasta esconderse cuello abajo por mi camisa vaquera.
-Sólo necesito su firma. ¿Tanto talento rebosa que nadie la puede suplir cuando se va a tomar seis cafés?
-No, la verdad es que no. Vuelve mañana. Te aseguro que tendrás tu certificado.
Y encima me tutean. A Larra al menos le trataban de usted. Y encima eso yo no lo sabía una hora antes, justo en el momento en que me dijeron que esperara una hora. Cuando empecé a caminar con inercia entre los pasillos y los alumnos y las erasmus. En la segunda planta. A las 12:05 de la mañana. Cuando a pesar del madrugón no me apetecía un tercer café...

Me apoyo en la barandilla e intento descifrar el paisaje a través de unos opacos ventanales. Tienen tanta mierda madrileña que hacen milagros en forma de espejismos. Parece que apenas unos centenares de metros nos separan de los Alpes. Escudriño el reloj, las 12:07. Bajo la mirada y me encuentro con un stand del Abc rebosante de periódicos calentitos del día.
Estuve a punto de saltar.
10 metros.
Como Spiderman.
Supongo que es una sensación de felicidad tan ruin y onerosa que es mejor no explicar. Un rotativo serio de información general gratis. En un contexto de bostezo. Emboco las escaleras y bajo a la primera planta, camino

tic-tac tic-tac

pienso en la crónica del Depor-Madrid, camino, me suena el móvil, lo ignoro, ya huelo la fragancia que desprende el papel de periódico recién impreso por las mañanas

tic-tac tic-tac tic-tac

veo el tenderete al fondo, ya más cerca, 17, 12, 6 metros, ahora 3 pequeños escalones y entonces, cuando me dispongo a tirar el penalti y llevar a Camerún al Mundial, me invade una pesadumbre tan grande que me quedo paralizado e impedido para depredar un sólo ejemplar. Qué sensación de orfandad. Decenas y decenas de periódicos ninguneados. Una montonera de diarios por desvirgar, impolutos, blancos, sin mácula ni tacha alguna, con sus perfiles rectangulares perfectamente alineados, perfectamente despreciados y silenciados y malqueridos por todos aquellos que viven la facultad.
¿Por qué?

(Continuará)

viernes, octubre 28, 2005

Mírame a los ojos

El señor Pelayo en el alféizar./ Hans G.

Una de las innumerables visitas del señor Pelayo a mi residencia. En esta ocasión, sin éxito. Sus palabras de aliento no reciben respuesta. Su coquetería es ignorada. Quisquilloso y altivo, rústico y distinguido, lenguaraz y pesao como un collar de melones, empieza a hacer aspavientos con la cabeza para llamar la atención del universo. Nada. El universo permanece estacionario.
“The women parrots gore more often than the bulls” [Más cornadas dan las mujeres], parece que piensa para sus adentros en uno de sus accesos de pedantería de loro políglota. Así que, pasados los segundos, consciente de que Buk no va a desgarrarse de las páginas de Pla y asumida ya la certidumbre de que no va a merendar confitería social, gira su hermoso plumífero 180 grados y regresa por donde ha venido no sin antes mascullar:

- Guapo... la-madre-que-te-parió

sábado, octubre 22, 2005

Más que un asunto de vida o muerte


Hyacinta, esa niña de ojos como almendros, me regaló hace ya tiempo un librito entrañable. ‘El fútbol. A sol y sombra’, de Eduardo Galeano (Siglo XXI).

Recuerdo que una tarde veraniega, hace menos tiempo, me encontré ese mismo libro en un puesto de un grupo punko-comunista de amiguetes de las ideas de Marx en las fiestas del PC, en la casa de campo de Madrid. Me entró curiosidad. Les pregunté por él. Quería sondearles. En estos ambientes, y en los académicos y entre intelectuales y en las facultades de izquierdas y... el fútbol carga con eso que Kundera define como la necedad moderna, esto es, el no-pensamiento de las ideas preconcebidas. El proceso es muy sencillo, se trata de absorber ideas, en este caso prejuicios (“como dijo Poty Poty: el fútbol es el opio del pueblo”; et caetera), sin digerirlas. Galeano es de izquierdas y el fútbol es malo = “Una crítica de la dañina y pésima omnipresencia del fútbol en nuestra cotidianidad”. Así me respondió el ciudadano interpelado en el quiosco. Le pregunté si lo había leído. Me respondió que “claro”. Se quitó las gafas, las humedeció con vaho despedido de su boca y comenzó a limpiarlas con un ecológico papel reciclado. Si no me mentía (no tengo porqué pensar que lo hiciera) su esquizofrenia era elefantiásica. Así le va a la izquierda. Recibe más goles que Corea del Norte en el Mundial del 66.

Galeano es un escritor necesario de izquierdas y ‘El fútbol. A sol y sombra’ es una loa al buen fútbol. Ya en la página 1 sostiene, como Pereira:

“Han pasado los años, y a la larga he terminado por asumir mi identidad: yo no soy más que un mendigo de buen fútbol. Voy por el mundo sombrero en mano, y en los estadios suplico:
-Una linda jugadita, por amor de Dios.”

Hyacinta, esa niña de ojos como almendros, me regaló hace ya tiempo este librito entrañable. Y su dedicatoria, que paso a transcribir sin impudicia alguna, es más entrañable aún.

EL FÚTBOL. A SOL Y SOMBRA’ engrosaba las estanterías en las sección de Política y Sociología de una librería (y supongo que de muchas otras). No sé que opinarán tantos autores doctos en dichas ciencias sociales, pero desde luego, todo el que se precie en saber de la materia, debería dedicar un hueco al estudio de un fenómeno capaz de despertar tal cúmulo de pasiones, de manifestaciones externas de sentimientos compartidos (sin entrar en valoraciones personales).
Un fenómeno capaz de alargar las conversaciones de los menos habladores, de lograr abrazos de los más ariscos, de instaurar fiestas en los días laborables, de convertir en dioses a los negros, de ubicar piscinas públicas gratuitas y sin límite de aforo en medio de las ciudades, capaz de llevar la ilusión a las tácticas de juego a través de una bandeja de albóndigas, de ver esféricos hasta en seres alargados de color verde que andan por sí solos... y tantas otras cosas que nos queda por ver. ¡Pero qué bien sienta las lágrimas que derrama la felicidad! (ahora no estoy hablando de fútbol).

9 de mayo de 2000, camino de la ‘octava’.



[Madrid. Tarde desapacible de otoño. Resaca inmisericorde. Se puede escuchar el Carrusel Deportivo de fondo.]

miércoles, octubre 19, 2005

Bodegón neorrealista


‘Bodegón neorrealista’. Fotografía en color. Centro de Arte Gastronómico de Al Corcon. / Hans G.

En arte, el siglo XX fue el de las vanguardias. El de los cubistas y surrealistas, el de todos esos movimientos ísmicos liderados por Picasso y sus revoluciones estéticas. El más grande, con todo, el único cuya obra resistiría la comparación con el segundo gol que Maradona le marcó a Inglaterra en el Mundial de México 86, fue Egon Schiele. El genial expresionista austriaco que desentrañó cuerpos y almas en forma de acuarela entre 1906 y 1918. Lo hizo tan bien que pasó unos días en la cárcel acusado de inmoralidad. Fue tal el peso de su mirada que, aunque no lo digan los libros de historia del arte, sus herederos optaron por la abstracción y el arte no figurativo para soslayar la comparación. Miedo al ridículo: verdadero motor de la creación vanguardista (otra de las cosas que omiten los libros de arte).

Sin embargo, en arte, el siglo XX también fue el del realismo. El de la obsesión por la objetividad. El del cine y la fotografía; el de El Mundo de Pedro J. y La Razón de Ansón. Entre los grandes (De Chirico, Balthus, Toorop), es Edward Hopper quien recibe el testigo de la genialidad de manos de Schiele para su encarnación en el ámbito de la mirada realista.

De este modo, aunque ustedes crean lo contrario, composiciones pictóricas como el bodegón conservan toda su modernidad. En esta página pueden contemplar uno de sus más vivos representantes. Se trata de una creación en formato fotografía. Y tiene una función votiva. Sí. El artista se lo dedica a todos aquellos que por razones de tiempo y espacio no disfrutan con frecuencia de la rica gastronomía española. Vamos, que viven lejos, en el extranjero. Como la linda y oronda Francesita, residente en Bruselas; o esos encantadores secesionistas vascos, Fito y Susana, radicados en Barakaldo; o el ciudadano El Dalati, que en El Cairo suele bajar a los divinos infiernos a comer; o, especialmente, el señor España, en Michigan, con el que Buk ha compartido fogones (ciertamente el gallego se arrimaba más al fuego) y buena mesa en más de una ocasión: el artista sabe de buena fuente de su pasión por la comida casera, materna, de fácil y económica elaboración como la que describe la instantánea. No pone en duda las virtudes de donuts y hamburguesas, pero naturalezas muertas como las inmortalizadas bien merecen una oda lírica y plástica. Trucha a la navarra, mejillones a la toledana y empanada gallega de bonito.
Buen provecho.

martes, octubre 18, 2005

The mad cup of tea


Particularmente me quedo, junto con las alemanas de Viena y las orientales de Europa Central, con las checo-finesas de Praga. Por esa manera tan carioca de desenvolverse en el arte de la bicicleta
de manejar locas tazas de té como esféricos.

miércoles, octubre 12, 2005

La noche y ella

María José tiene 24 años, está embarazada de cinco meses y hace años que no ve a su primer hijo. Su marido marroquí llegó un día y se lo llevó. “Si quieres volver a verlo, ven a Marruecos a por él”, le espetó. Y se fue.
Una plaza típica del Mediterráneo en el casco viejo de Valencia, en pleno barrio de El Carme.

Hace tiempo estuve en una exposición visual titulada ‘El Mediterráneo en Madrid’. En un vídeo, los creativos preguntaban a los madrileños, representantes de la ciudad universal, por aquello que caracteriza lo mediterráneo. “La paella, la horchata, las valencianas, la luz”, respondía, sesudo, un peatón.

Una plaza típica del no Mediterráneo en el casco viejo de Valencia, en pleno barrio de El Carme. Plaza del Tossal. Oscura, sucia, con apenas tres o cuatro parejas de inmigrantes apoltronados en sus bancos. Venden cervezas, pero a esas horas quedan pocos clientes. 4 de la mañana.

-María José tiene pocas luces. ¿No? Es entrañable, maternal, pero creo que no le da para resolver enigmas de Fermat.
Delaosa fue más explícito que Buk:
-Es impolutamente antilógica. A veces parecía que le estabas hablando en alemán. Es como si, siendo x=y e y=z, no supiera que x=z.

Se acababan de despedir de María José y Yamel, su novio argelino, de 33 años, tras una hora y media de charla. 5:30 de la mañana. Tan amigos. Habían quedado en el mismo sitio y a la misma hora al día siguiente. Los cuatro sabían que no se volverían a ver. Buk y Delaosa llegaron al Tossal después de deambular por El Carme a la caza de un pub decente que estuviera abierto. Arrastraban cuatro botellas de vino en el cuerpo y n pivos. Dos botellas pertenecían a una fiesta deconstruída de inauguración de una empresa de diseño donde se habían colado sin contemplaciones. Nada como una mirada altiva e indiferente al rostro de los gorilas para que te abran las puertas del Mar Muerto. Otras dos, éstas de vino rojo, a un restaurante chino. También deconstruído, porque ningún personaje jugaba su papel. Los chinos eran elegantes y la camarera china seria, arrogante como una praguense y escandalosamente bella. Tanto, que Buk no tuvo nada que hacer. Tanto, que Delaosa le escribió “Te quiero, tonta” en mandarín. No dibujó los ideogramas, únicamente trazó la trascripción fonética, pero el resultado fue el mismo. Un desabrido mohín de indolencia.
Las pivos se las agenciaron en la puerta del IVAM, donde vieron un concierto de jazz. Grandes aplausos y bostezos. A la salida, Buk se enfrascó en una sonora discusión con un bolchevique desarrapado que recolectaba las latas vacías que quedaban desperdigadas por las escaleras. Este concienciado ciudadano le había censurado el regateo con las rumanas que hacen negocio con la cerveza.
-Hago lo que me sale la punta de la polla -concluyó Buk-. Eso si que es ser libertario.

Noche mediterránea y primaveral de finales de septiembre. Escaleras vacías, sin rumanas ni latas que reciclar, lejanos ya los acordes sincopados, comenzaron la búsqueda de más música. Sin suerte. Así que, cuando llegaron a la placita del Tossal, se sentaron en un banco y empezaron a beber las latas que todavía conservaban en los bolsillos. En ese banco estaba María José.
-Está mojado -les recibió, contundente, María José-. Yo no me sentaría ahí.
-Ya, ya. Claro, claro.
-Bueno, haced lo que queráis.
-Anda bonita, tómate una cerveza.
-No puedo beber.
-Mira, igual que nosotros.

(Continuará)

viernes, octubre 07, 2005

Pulsómetro

1.- Si en lugar de subsaharianos se tratara de saharianos, esto es, saharauis

A) Los asaltos y saltos a las vallas fronterizas de Ceuta y Melilla no tendrían lugar. Marruecos controla su territorio como dictadura que es y decide quienes lo traspasan y por qué en función de sus intereses diplomáticos.

B) Habría saltos, sí, claro. Pero en lugar de 14, hubieran sido 14.000 los asesinados a tiro limpio por la policía fronteriza marroquí. Dos pájaros de un tiro.

C) No es un factor que trascienda. Por favor, no desenfoquemos el asunto ni aireemos falsos y demagogos debates.

2.- Si el Estado nederlandés y el Estado francés hubieran ratificado el Tratado por el que se establece una Constitución para la UE como lo hizo el Estado español [un guiño a la audiencia nacionalista, tan sensible ella] y, por lo tanto, Europa o Estado europeo cumpliera con los pasos hacia su transformación en un ente supranacional que garantiza constitucionalmente los derechos y las libertades de todos sus ciudadanos y reivindica y/o defiende la de sus convecinos

A) No habría asaltos ni saltos. No habría valla. Fijo que no. Ya no. Y se desmantelaría el campo de concentración que originó el hambre africano hace más de 20 meses en torno al monte Gurugú.

B) No habría asaltos ni saltos. No habría valla. Seguro que no. Ya no. ¿Dónde dices que está ese monte?

C) La política de caridad hubiera sido sustituida por una política integral contra esa pandemia que es el hambre y cuyo origen se remonta al periodo colonialista europeo, que sembró de autocracias y guerras el continente. La UE, consciente de su deuda y de su responsabilidad, se embarcaría en una Alianza de Continentes Contra el Subdesarrollo.

3.- Interprete el fotón que ilustra hoy la primera página de El País en su edición madrileña, intitulado ‘DE LA VEGA, CON LOS INMIGRANTES’

A) Variante diaria de La Hoja del Lunes, es una oportunidad para los que no conocieron el franquismo de discernir en qué consiste la prensa de régimen

B) Objetividad manifiesta. Titular académico. Traducción de la instantánea, donde sólo hay negros y De la Vega

C) Libertad de empresa. En el quiosco se pueden encontrar otras cabeceras con otra línea editorial. La Razón, por ejemplo, abanderada por un académico.

4.- Los inmigrantes intentan alcanzar el territorio español porque

A) Sabedores de que no hay paro en el ramo de la construcción en Madrid, buscan trabajo en las obras de la M-30.

B) Una vez superada la primera valla fronteriza, quieren celebrar el tanto con el baile de la cucaracha o/y del canguro frente a los miembros de la Guardia Civil.

C) Hablan catalán en la intimidad y pretenden beneficiarse de las ventajas que ineluctablemente supone para los trabajadores un nuevo Estatut redactado por una mayoría parlamentaria de izquierdas.

De nada



La lucidez de los genios. Hojeo ‘La insoportable levedad del ser’, la novela más significativa y conmovedora de su edad, y me encuentro con esta lapidaria afirmación

“La novela no es una confesión del autor, sino una exploración de lo que es la vida humana en la trampa en que hoy se ha convertido el mundo”

Cuando, en breves momentos, la academia sueca anuncie el Nobel de Literatura de 2005. Cuando un atildado y enjuto y gafotas académico sueco pronuncie “Milan Kundera, por su contribución...”. Cuando por fin desaparezca este eclipse anular “en forma de gran ano celestial” de la faz de la república de las letras, los dedaístas, conocedores gracias a un pajarito de la buena nueva, estaremos ya brindando y saltando y gritando y duchándonos con espuma de cerveza.

Mientras tanto, un cuento, para que se vayan a la cama a soñar. Ese cabroncete de Italo Calvino, que perdió la cabeza en sus últimos libros al imprimir un giro borgiano a su obra, conservó, no obstante, un punto de sensibilidad y rescató del olvido la leyenda de Carlomagno en su labor de transcripción de los cuentos populares italianos. El autor de ‘La especulación inmobiliaria’ (título originalísimo donde los haya que seguramente evoque la noción que tenía Borges del amor y los abrazos y los besos) recoge en ‘Seis propuestas para el próximo milenio’ este hermosos episodio

“El emperador Carlomagno se enamoró, siendo ya viejo, de una muchacha alemana. Los nobles de la corte estaban muy preocupados porque el soberano, poseído de ardor amoroso y olvidado de la dignidad real, descuidaba los asuntos del Imperio. Cuando la muchacha murió repentinamente, los dignatarios respiraron aliviados, pero por poco tiempo, porque el amor de Carlomagno no había muerto con ella. El Emperador, que había hecho llevar a su aposento el cadáver embalsamado, no quería separarse de él. El arzobispo Turpín, asustado de esta macabra pasión, sospechó un encantamiento y quiso examinar el cadáver. Escondido debajo de la lengua muerta, encontró un anillo con una piedra preciosa. No bien el anillo estuvo en manos de Turpín, Carlomagno se apresuró a dar sepultura al cadáver y volcó su amor en la persona del arzobispo. Para escapar de la embarazosa situación, Turpín arrojó el anillo al lago de Constanza. Carlomagno se enamoró del lago de Constanza y no quiso alejarse nunca más de sus orillas.”

lunes, octubre 03, 2005

Digresión (Ejercicios de)

Hace una semana y 22 años, Paloma Chamorro le preguntaba a Santiago Auserón por el legado de Kaka de Luxe.
-Hemos heredado su soltura. Y la lucha por la inocencia.

Hace 22 años y una semana, Auserón ya manejaba los recursos de la retórica con una precisión de calígrafo japonés.

Busco en el diccionario de la RAE ‘inocencia’:
“(Del lat. Innocentia.) f. Estado del alma limpia de culpa. 2. Exención de culpa en un delito o en una mala acción. 3. Candor, sencillez”

Mis grandes héroes literarios se caracterizan por una constante y testaruda lucha por la inocencia. Entendida ésta como lo hace la primera acepción, es decir, a la que se refería el genio de Radio Futura (Ya hablaremos otro día de la segunda, donde cabría mencionar ‘A sangre fría’, de Capote –está claro que esa familia yanqui se lo merecía-; y de la tercera, con un buen representante en las memorias de Alfonso Guerra).

Recuerdo a Marco Stanley Frogg y su torrente de sentimentalismo, a Florentino Ariza, que lo único que le duele de morir es que no sea de amor. A Papillon, por supuesto, y su libertad en forma de neumático flotador; El Principito y su rosa con espinas; Tom Sawyer y su Becky Thatcher; el payaso Schnier y su melancolía y su indolencia y sus dolores de rodilla.

Busco ‘inocente’ en el diccionario de la RAE y paradójicamente ninguna definición casa con la que demando: “Cándido... Que no daña... Aplícase al niño que no ha llegado a la edad de la discreción... Ignorante...”

También tengo héroes de este tipo. Lo son los santos marginados de Delibes, Mancuso de patrulla o la Tereza que encarna todo el peso kunderiano. Sin embargo, ¿cómo adjetivar a aquellos que luchan por la inocencia? Al verbalizar ‘inocencia’ se pierden sus matices. Cuando pretendemos encarnarla, sólo nos queda la metáfora. Toda una acepción se pierde de puro vértigo.

Ortega y su Circunstancia, siempre tan preocupados en que las masas se rebelaran, afirmaban, circunspectos, que todo hombre que lee novelas más allá de los 40 años es un ser infantilizado. Ciertamente, cuando un amigo deja de leer literatura de ficción es que se ha hecho mayor. Yo me quedo con Lobo Antunes, que las sigue leyendo. Y hasta me abono al Benfica por él. Cuando Delaosa, rodeado de 24 latas de cerveza, le inquiría hace unos días a Buk por las razones de la novela, su compañero dedaísta le contestaba:
-No acudo a ellas por la necesidad de verme identificado o retratarme. Pero sí para desentrañarme, para conocerme. Lo explica Lobo muy bien: “Somos tan complejos, estamos conformados de una personalidad tan vasta, que siempre podemos hallar en un pasaje literario algo de nosotros en lo que no nos habíamos parado a reflexionar”.

[Esperando un eclipse me quedaré
Persiguiendo un enigma al compás de las horas
Dibujando una elipse me quedaré
Entre el sol y mi corazón]

¿Cómo adjetivar a Lobo Antunes?