miércoles, octubre 19, 2005

Bodegón neorrealista


‘Bodegón neorrealista’. Fotografía en color. Centro de Arte Gastronómico de Al Corcon. / Hans G.

En arte, el siglo XX fue el de las vanguardias. El de los cubistas y surrealistas, el de todos esos movimientos ísmicos liderados por Picasso y sus revoluciones estéticas. El más grande, con todo, el único cuya obra resistiría la comparación con el segundo gol que Maradona le marcó a Inglaterra en el Mundial de México 86, fue Egon Schiele. El genial expresionista austriaco que desentrañó cuerpos y almas en forma de acuarela entre 1906 y 1918. Lo hizo tan bien que pasó unos días en la cárcel acusado de inmoralidad. Fue tal el peso de su mirada que, aunque no lo digan los libros de historia del arte, sus herederos optaron por la abstracción y el arte no figurativo para soslayar la comparación. Miedo al ridículo: verdadero motor de la creación vanguardista (otra de las cosas que omiten los libros de arte).

Sin embargo, en arte, el siglo XX también fue el del realismo. El de la obsesión por la objetividad. El del cine y la fotografía; el de El Mundo de Pedro J. y La Razón de Ansón. Entre los grandes (De Chirico, Balthus, Toorop), es Edward Hopper quien recibe el testigo de la genialidad de manos de Schiele para su encarnación en el ámbito de la mirada realista.

De este modo, aunque ustedes crean lo contrario, composiciones pictóricas como el bodegón conservan toda su modernidad. En esta página pueden contemplar uno de sus más vivos representantes. Se trata de una creación en formato fotografía. Y tiene una función votiva. Sí. El artista se lo dedica a todos aquellos que por razones de tiempo y espacio no disfrutan con frecuencia de la rica gastronomía española. Vamos, que viven lejos, en el extranjero. Como la linda y oronda Francesita, residente en Bruselas; o esos encantadores secesionistas vascos, Fito y Susana, radicados en Barakaldo; o el ciudadano El Dalati, que en El Cairo suele bajar a los divinos infiernos a comer; o, especialmente, el señor España, en Michigan, con el que Buk ha compartido fogones (ciertamente el gallego se arrimaba más al fuego) y buena mesa en más de una ocasión: el artista sabe de buena fuente de su pasión por la comida casera, materna, de fácil y económica elaboración como la que describe la instantánea. No pone en duda las virtudes de donuts y hamburguesas, pero naturalezas muertas como las inmortalizadas bien merecen una oda lírica y plástica. Trucha a la navarra, mejillones a la toledana y empanada gallega de bonito.
Buen provecho.

2 Comments:

Blogger Diego E. B. said...

Empanada de atún, la que allende los mares odio de manera íntima y que aquénde los mares bien le metería el diente. Mejillones al estilo mamá Granda y trucha... pescado, dulce pescado...

22/10/05 07:51  
Blogger Gran Danés said...

Tamim, nada mejor que una dictadura para resaltar tu condición de ciudadano. En el momento que desees ejercer todos los derechos y deberes que lleva implícito, lo tienes muy sencillo. Tan sólo tienes que dejar El Cairo.
Y nada que objetar a la deliciosa y accesible comida egipcia. Era mera alegoría ornamental en referencia a tu afición a Dante.

22/10/05 17:01  

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