En el crepúsculo
Regreso a casa. No me gusta conducir de noche. Ni carearme con el sol cuando voy al volante. Tuve que asumir las dos cosas, por desastrado. Me costó despedirme del Mediterráneo y salí tarde. Mereció la pena, o al menos eso dice la foto. Aunque llegué tan retrasado a mi cita con el frío de Madrid que, a penas terminé de cenar, una filósofa feminista de París (disculpen las tautologías, no recuerdo su nombre) ya apuraba los posos del programa imprescindible de Punset con un postulado muy didáctico:
...La mamada requiere de un conjunto de técnicas pedagógicas de aprendizaje...
Antes había sostenido, muy masculina en su plena feminidad:
...Es absurdo pensar que el pene es un órgano genital masculino...
Este diálogo no ha hecho más que comenzar. El blog sigue en obras. Y el congreso dedaísta ha dado mucho que escribir. Y que ver. Hasta los ciegos nos miraron mal.
Por favor, no hagan ruido al irse a la cama. La Mar está durmiendo.
...La mamada requiere de un conjunto de técnicas pedagógicas de aprendizaje...
Antes había sostenido, muy masculina en su plena feminidad:
...Es absurdo pensar que el pene es un órgano genital masculino...
Este diálogo no ha hecho más que comenzar. El blog sigue en obras. Y el congreso dedaísta ha dado mucho que escribir. Y que ver. Hasta los ciegos nos miraron mal.
Por favor, no hagan ruido al irse a la cama. La Mar está durmiendo.
3 Comments:
Se supone que acabo de llegar de un local de cuyo nombre no quiero acordarme pero no puedo evitarlo, luego lo escribo Firehouse, en el cual me he sentido harto dedaísta justo en el instante en el que, con el reloj rayando la una y media de la noche -la madrugada nunca llega en EEUU-, he dirigido mis pasos a la barra para solicitar another rum and coke, cuando para mi sorpresa, la camarera, tan yanki y tan rubia que casi daba asco de lo buena que estaba me espetó: I´m sorry guy -que no gay-, we are going to close right now... Y así es como he llegado aquí y sobrio, todo hay quedecirlo.
Es curioso. En el siguiente blog aparece la foto de un gato. Y dos más allá, se incrustan fotografías de chinos y chinas con tatuajes.
El economista loco.
Lo reconozco, a pesar de mi carácter un tanto áspero cuando me despiertan a horas intempestivas dos borrachos ebrios de pedantería... me muero de curiosidad por conocer la historia completa de aquellos enamorados que os regalaban cervezas y compartían sus tristezas en una plaza de Valencia, colecciono historias y cuando no conozco los detalles mi imaginación tiende a dramatizar en exceso, así que os pido un final y no habrá venganza.
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