jueves, marzo 16, 2006

'Un amor embarazoso'

Si no cree que lo que está escribiendo es una de las actividades más importantes que se desarrollan en la civilización contemporánea, le conviene cambiarse a otra que crea que lo sea… que se haga aspirante a asistente social, consejero de inversiones para la Iglesia Unitaria, o inspector de supresión de ruidos…

Tom Wolfe



«Lo que voy a relatar a continuación es algo más que una noche de pasión. Se trata del fruto de una velada de amor en la que se engendraría todo lo que yo sería en el futuro, tanto física como espiritualmente.

Había sido el día más feliz de mi vida: hicimos el amor toda la noche. Nos acariciamos hasta el último centímetro de nuestro cuerpo. Como ella era más bajita yo terminé enseguida. Los besos, prolongaciones de nuestros sentimientos, eran penetrantes y entusiastas. Entusiasmo que se esfumó esa misma noche, cuando me confesó que se había quedado embarazada. De mí. Al principio, recibí la noticia con frialdad, quizá con frívola frialdad, pero poco a poco comenzó a subirme la temperatura. Qué calor. ¿Quieres apagar el fuego de la chimenea? Me había confesado horas antes que era virgen. Que yo la desfloraría.

El primer mes de gestación fue un calvario. Era como tener la cabeza en el fondo de una piscina, aunque con la pequeña seguridad de que no me iba a ocurrir nada ya que los latidos de su corazón mitigaban toda mi inquietud. Y, ante todo, calmaban mi soledad. Sabía que »


Me he dado de bruces con esta pieza que escribí cuando tenía unos 17 años. Apareció en un disquete perdido. Está inconclusa, no sé los motivos, porque recuerdo que la terminé. La trama es surrealista. Por esa época me gustaba este movimiento literario. Fue cuando leí por primera vez La espuma de los días, de Boris Vian. También estaba crecidito ya mi idilio infinito con El Niño Gusano. Lástima que no incluya el final. Explica muchas cosas del relato, que en principio parece un poco infantil y de epíteto socorrido. No consigo recordar todos los detalles. Sólo el grueso del argumento: el narrador en primera persona testimonial es al mismo tiempo amante ―el padre― y feto de la amada-madre. Vamos, que el que narra es el que engendra y el engendrado. La idea (me imagino) era transgredir el punto de vista narrativo del realismo convencional. Ahora, volved a leerlo.

(Luego, si queréis, escupid sobre vuestro monitor)

1 Comments:

Blogger Alberto Baena Zapatero said...

A ver si puedes alternar al narrador, al protagonista y al sufrido lector

20/3/06 01:13  

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