viernes, octubre 28, 2005

Mírame a los ojos

El señor Pelayo en el alféizar./ Hans G.

Una de las innumerables visitas del señor Pelayo a mi residencia. En esta ocasión, sin éxito. Sus palabras de aliento no reciben respuesta. Su coquetería es ignorada. Quisquilloso y altivo, rústico y distinguido, lenguaraz y pesao como un collar de melones, empieza a hacer aspavientos con la cabeza para llamar la atención del universo. Nada. El universo permanece estacionario.
“The women parrots gore more often than the bulls” [Más cornadas dan las mujeres], parece que piensa para sus adentros en uno de sus accesos de pedantería de loro políglota. Así que, pasados los segundos, consciente de que Buk no va a desgarrarse de las páginas de Pla y asumida ya la certidumbre de que no va a merendar confitería social, gira su hermoso plumífero 180 grados y regresa por donde ha venido no sin antes mascullar:

- Guapo... la-madre-que-te-parió