El Abc en la Facultad de Filosofía y Letras (Desprecio) /1
-Sólo necesito su firma. ¿Tanto talento rebosa que nadie la puede suplir cuando se va a tomar seis cafés?
-No, la verdad es que no. Vuelve mañana. Te aseguro que tendrás tu certificado.
Y encima me tutean. A Larra al menos le trataban de usted. Y encima eso yo no lo sabía una hora antes, justo en el momento en que me dijeron que esperara una hora. Cuando empecé a caminar con inercia entre los pasillos y los alumnos y las erasmus. En la segunda planta. A las 12:05 de la mañana. Cuando a pesar del madrugón no me apetecía un tercer café...
Me apoyo en la barandilla e intento descifrar el paisaje a través de unos opacos ventanales. Tienen tanta mierda madrileña que hacen milagros en forma de espejismos. Parece que apenas unos centenares de metros nos separan de los Alpes. Escudriño el reloj, las 12:07. Bajo la mirada y me encuentro con un stand del Abc rebosante de periódicos calentitos del día.
Estuve a punto de saltar.
10 metros.
Como Spiderman.
Supongo que es una sensación de felicidad tan ruin y onerosa que es mejor no explicar. Un rotativo serio de información general gratis. En un contexto de bostezo. Emboco las escaleras y bajo a la primera planta, camino
tic-tac tic-tac
pienso en la crónica del Depor-Madrid, camino, me suena el móvil, lo ignoro, ya huelo la fragancia que desprende el papel de periódico recién impreso por las mañanas
tic-tac tic-tac tic-tac
veo el tenderete al fondo, ya más cerca, 17, 12, 6 metros, ahora 3 pequeños escalones y entonces, cuando me dispongo a tirar el penalti y llevar a Camerún al Mundial, me invade una pesadumbre tan grande que me quedo paralizado e impedido para depredar un sólo ejemplar. Qué sensación de orfandad. Decenas y decenas de periódicos ninguneados. Una montonera de diarios por desvirgar, impolutos, blancos, sin mácula ni tacha alguna, con sus perfiles rectangulares perfectamente alineados, perfectamente despreciados y silenciados y malqueridos por todos aquellos que viven la facultad.
¿Por qué?
(Continuará)