miércoles, diciembre 28, 2005

Siempre que te pregunto que cuándo, cómo y dónde

Hans lo tiene claro. El día que confíe tanto en su lucidez como para pedirle la mano a una mujer lo hará en Alcampo. En la gasolinera. En el tren de superlavado para coches. Nada de islas paradisíacas a la luz de la luna y bajo el rumor de las olas. Nada de valles de aguas nitrogenadas bañados en estrellas. Nada de eso y el programa de tres jabones. Cada uno tiene el romanticismo que tiene.

Lugar cautivador desde la infancia. Allí donde pensaba que la mafia siciliana pergeñaba sus negociados. Donde su padre le cedía las llaves, le dejaba solo en las entrañas del coche con el motor en punto muerto y oculto en un abrigo de espuma y le regalaba la responsabilidad de sacarlo cuando la luz del semáforo se pusiera verde.

Tendrá apenas 4 minutos y 40 segundos. El tiempo suficiente para perfilarse junto al freno de mano, sacar la alianza y prometerle a su amada amor eterno y la certeza de que será la mujer más feliz de su calle. El tiempo justo para descubrir, al final, cuando ella empiece a llorar, si la máquina de secado es tan potente como para limpiarle las mejillas de tanta lágrima de felicidad infinita.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Granda, me sorprende que sea Alcampo. Te creia más castizo. Te propongo la siguiente pregunta: ¿Le pedirías matrimonio a una cajera del Dia?

ECL

30/12/05 11:14  

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