En la biblioteca
Una mujer de veintiocho años y pómulos nórdicos entrará por la puerta de la biblioteca. Tú estarás sentado en un ordenador buscando una referencia bibliográfica. Llegará, se sentará a tu lado y empezará a teclear el ordenador. La mirarás y, decidido, sin masticar tus palabras, le preguntarás:
―Perdona ¿tú no te habías muerto el otro día?
Te devolverá la mirada, apretará la mandíbula y cuando vea en ti la cara de confusión se levantará estremecida de su silla. Entonces lo comprenderás y te disculparás y le justificarás que es el insomnio, que no has dormido, que es por sus ojos profundos, azules, por sus pómulos, por su pelo rubio y su piel de mármol y porque es alta y muy delgada; porque rezuma inteligencia; que es, en definitiva, porque la has confundido con Jennifer Rockwell, la mujer que parece que se acaba de pegar tres tiros con un revolver del 22, que se ha suicidado en ‘Tren nocturno’, la novela de Martin Amis que estás leyendo, ¿conoces a Martin Amis?, ¿te gusta?, le preguntarás y te mirará ya enfurecida, aborrece los juegos macabros, te volverás a disculpar, no, de verdad, no fue mi intención, dirás. Pero no te creerá. Se recogerá el pelo tras la oreja, no parpadeará, cerrará su carpeta, no hay insomnio, no hay ojos azules, ni ojos profundos, ni personajes de ficción que le sirvan como disculpa porque ella sólo sentirá que la has matado.
Una mujer de veintiocho años y pómulos nórdicos entra por la puerta de la biblioteca.
―Perdona ¿tú no te habías muerto el otro día?
Te devolverá la mirada, apretará la mandíbula y cuando vea en ti la cara de confusión se levantará estremecida de su silla. Entonces lo comprenderás y te disculparás y le justificarás que es el insomnio, que no has dormido, que es por sus ojos profundos, azules, por sus pómulos, por su pelo rubio y su piel de mármol y porque es alta y muy delgada; porque rezuma inteligencia; que es, en definitiva, porque la has confundido con Jennifer Rockwell, la mujer que parece que se acaba de pegar tres tiros con un revolver del 22, que se ha suicidado en ‘Tren nocturno’, la novela de Martin Amis que estás leyendo, ¿conoces a Martin Amis?, ¿te gusta?, le preguntarás y te mirará ya enfurecida, aborrece los juegos macabros, te volverás a disculpar, no, de verdad, no fue mi intención, dirás. Pero no te creerá. Se recogerá el pelo tras la oreja, no parpadeará, cerrará su carpeta, no hay insomnio, no hay ojos azules, ni ojos profundos, ni personajes de ficción que le sirvan como disculpa porque ella sólo sentirá que la has matado.
Una mujer de veintiocho años y pómulos nórdicos entra por la puerta de la biblioteca.
7 Comments:
¿Tren Nocturno una gran novela? Disiento. No me enganchó, el personaje me era indiferente. Lo siento Granda, los días de vino y acuerdos han terminado.
El economista loco
Ansiaba tanto el desencuentro que se ha ofuscado, señor economista loco.
Lea sin leer en sí.
Tren nocturno es de las mejores lecturas que me han pasado en la vida, aunque tal vez,en vez de mejor deba escribir inquietante. Es el libro que busqué infructuosa y clandestinamente por Noia y Santiago,de resaca, con lluvia y acidez de estómago, para regalarselo a Diego en la Mama Libresca que no fue. Hasta tenía pensada la dedicatoria, una intuición: "el libro que te hubiera gustado escribir, detective".
Emiliuken
p.d;: recientemente me acabo de merendar El libro de Rachel
Pues siento decir Emiliuken que sigo esperando por ese tren nocturno. Quizá, cuando todo esto haya pasado, cuando todos seamos algo más viejos y más borrachos brindemos por los trenes pasados aunque sean diurnos en nuestro burdel de Parla, lugar mítico para aquella vieja guardia del frío oeste.
pd: en todo caso siempre pueden caer unas cañas en la latina la tarde noche del sábado siete de enero. En todo caso serán previas a 18 horas de vuelo con lo que el tren nocturno puede ser buen acompañante. lánzado queda el reto.
¿Dos contra uno? A uno siempre le han gustado los retos. Reitero que Tren nocturno me pareció tedioso, sin emoción, plano. Siento defraudarles, pero si la protagonista no se hubiese pegado el tiro, se lo habría dado yo.
El economista loco.
P.D. Creo que a España, más que Tren Nocturno, le hubiese gustado escribir El americano impasible.
¡¡¡¡ Podrías heberle puesto una foto a esta entrada!!!!! me encantan las nórdicas aunque me han comentado que de los 35 en adelante se vuelven todas gordas jajaja
He de decir que de entre todas las mujeres voluptuosas y deseables, para mi la variedad nórdica es una de las mejores. Además, esta clase de 'hembras' (no puedo llamarlas de otra forma, e inclúyase el mayor respeto e incluso reverencia en esta palabra) no desmejoran pasados los 35. Sanas, llenas, limpias, rubias... Mújer nutricia, de largas piernas y senos llenos. Curiosamente indiferente a su propia belleza, que aunque fría quita el aliento.
Mirar a unos ojos transparentes de puro azul, entornados -porticados- por un cabello rubio pajizo, lacio, es para mi una experiencia siempre sorprendente, no importa el tiempo que pase o las veces que lo repita. Es como mirar a una mujer de otra especie, que es al mismo tiempo compatible con la de uno. Puro exotismo, en el que existe la intuición de que esa raza, esa hembra de ojos transparentes y carne llena que te contempla, ha sido especialmente dotada por la naturaleza para la pasión sexual. Un don del que no es además consciente.
Lo dicho. De entre las mil variedades de mujeres deseables y atractivas, la nórdica es una de las mejores. Y no suele desmejorar demasiado con la edad.
Tómese como referencia y prueba de lo que digo alguna peli 'dogma' -Lars Von Trier y otros-. Suelen habitarlas mujeres nórdicas de apretadas carnes y belleza salvaje. De paso se podrá disfrutar de un cine realmente magnífico.
Aunque no tengo dudas de que ya lo conocen.
Santi Folch, afectuosamente.
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